JAVIER CANDEIRA - Melbourne - 02/11/2007 20:55
La familia de sistemas operativos construidos en torno al núcleo Linux tiene una doble fama positiva y negativa. Por un lado, se los considera sistemas robustos, fiables y libres de virus. Al ser software libre (susceptible de copia, modificación y distribución, incluso para uso comercial), administraciones públicas y empresas se aprestan a desplegarlo. Como ejemplos, Extremadura, Brasil, IBM, Google y Amazon son usuarios extensivos de Linux.
El otro lado de la moneda está en la diversidad de distribuciones; no hay un sólo Linux, sino muchos, y el público tiene de ellos la imagen de ser sistemas complejos y "sólo para expertos". La propuesta de Ubuntu es aprovechar estas ventajas, tanto percibidas como reales, e intentar arreglar los inconvenientes.
Ubuntu es un sistema operativo basado en Debian (notorio por su perfeccionismo), pero con un ritmo de actualización más frecuente. Ubuntu publica una edición nueva cada seis meses, en abril y en octubre de cada año, y su público objetivo es el usuario común.
El objetivo de Ubuntu es la facilidad, tanto de instalación como de uso. Del catálogo de más de 20.000 programas de Debian, Ubuntu ofrece una selección básica pensando en la simplicidad. De ahí su lema jocoso: "Linux para seres humanos".
Nueva versión
La versión de Ubuntu de octubre de este año (la 7.10, nombre en clave Gutsy Gibbon) facilita aún más la instalación y el reconocimiento del hardware, especialmente para las tarjetas gráficas sin controladores libres. Este punto es importante porque esta versión incorpora un escritorio con efectos visuales basados en tarjetas gráficas de altas prestaciones.
Instalé Ubuntu 7.10 en un ordenador nuevo con Windows, y también actualicé mi portátil, que funciona con Ubuntu desde hace dos años y medio. La actualización es casi automática. El sistema avisa cuando hay una versión más moderna que la instalada, y basta con aceptar, introducir la contraseña y esperar.
Tras un par de horas con el ADSL funcionando al máximo (sin dejar de usar el ordenador), y después de reiniciar, un diálogo me ayudó a configurar los drivers (controladores) no libres de mi tarjeta gráfica (una Nvidia FX 5200), y ya está: en este ordenador es donde estoy escribiendo esta reseña.
La instalación desde cero requiere más pasos. Primero hay que descargarse la imagen del CD de instalación de ubuntu-es.org y grabarla en un disco virgen. Quienes no puedan grabar su propio disco, pueden solicitar uno y le enviarán por correo gratuitamente un CD con el instalador base o un DVD que contiene todos los programas.
El disco de instalación es un LiveCD, esto es, un sistema operativo que se arranca desde el disco óptico, lo que puede usarse para probar Ubuntu sin necesidad de instalarlo en el disco duro. Yo aproveché que el instalador es a la vez un ordenador usable para leer el diario y jugar al tiempo que realizaba la instalación.
Primero particioné el disco, reduciendo el tamaño de la partición de Windows. Luego lancé la instalación, contesté a las preguntas para configurar el teclado, el idioma (está disponible en español, gallego, catalán y euskera) y, finalmente, los usuarios.
Tres cuartos de hora después de empezar estaba ya todo instalado: el programa había reconocido correctamente la tarjeta gráfica, aunque tuve que configurar a mano la resolución del monitor panorámico (un HP). El resultado es un ordenador que puede arrancar en Windows o en Ubuntu.
Listo para trabajar
La instalación deja un ordenador listo para trabajar sin necesidad de instalar programas aparte. OpenOffice integra procesador de texto, hoja de cálculo, presentaciones y base de datos. El navegador es Mozilla Firefox, y el lector de correo por defecto es Evolution. El programa de mensajes instantáneos Pidgin es capaz de comunicarse con usuarios de Microsoft Messenger, Google Talk y hasta 14 plataformas de mensajería distintas.
La instalación base también incluye un editor de audio, Audacity; un editor de imágenes, Gimp, y Ekiga, una aplicación de telefonía IP. Quienes instalen desde DVD cuentan con más programas, pero los demás nos los podemos bajar de Internet: son 23.238 según el instalador integrado.
Del mismo modo que la actualización del sistema está automatizada, el reproductor de música y películas Movie Player incluye un instalador automático de códecs: cuando no reconoce algún archivo, el programa pregunta si queremos descargar el software adicional.
La administración del sistema es sencilla: es accesible desde el escritorio (como en todos los Gnome, por otra parte), y separa claramente las acciones que afectan sólo al usuario (menú Preferencias) de las que afectan a la configuración de la máquina (menú Administración). Son estos toques los que facilitan la vida del usuario corriente que quiere asomarse al software libre.
Cuando se trata de un sistema con doble arranque, Ubuntu ofrece importar automáticamente los datos de la partición de Windows: los favoritos del navegador, los mensajes de correo de Outlook, e incluso los documentos de la carpeta Mis Documentos.
La red permite compartir archivos con ordenadores Windows y Mac. Un emulador de software llamado Wine sirve para ejecutar muchos programas del sistema operativo de Microsoft. Photoshop y Half-Life 2 funcionan bajo Wine, aunque no todos los programas para Win-
dows funcionan correctamente.
Otros programas no libres para Linux, tanto gratuitos como de pago, también están disponibles para Ubuntu: en este momento tengo instalados Skype, Google Earth, Unreal Tournament, Second Life y los juegos independientes Gish, Darwinia y World of Padman.
En sus tres años de existencia, Ubuntu se ha convertido en una de las distribuciones de Linux de referencia, con más de seis millones de usuarios. Google la usa internamente para los escritorios de sus programadores, y en España, Madrid, Castilla-La Mancha y Andalucía han basado en Ubuntu sus distribuciones de Linux para educación. Dell incluye Ubuntu como opción en sus ordenadores personales (la opción Linux para servidores sigue siendo Red Hat), y el propio Michael Dell usa Ubuntu en uno de sus portátiles.
Ubuntu, palabra africana que significa "humanidad para con los demás", está financiado por la empresa Canonical. Su fundador es el empresario surafricano Mark Shuttleworth, quien en 1999 vendió su empresa Thawte a Verisign por 575 millones de dólares, y posteriormente adquirió notoriedad por ser el segundo turista espacial de la historia.
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