(Extraído de el Caribe)
Por Petra Saviñon / El Caribe
La cantidad de estos aparatos eléctricos se ha casi triplicado en cinco años. El uso de éstos produce efectos para quienes los usan como consecuencia del plomo que despiden las baterías con que funcionan, con el fin de combatir los apagones
Solo en la capital se considera que las viviendas que cuentan con inversores alcanzan casi 150 mil y a escala nacional oscilan entre 700 y 800 mil.
La situación de peligro que eso representa es tal que las autoridades se han visto precisadas a tomar medidas, que encierran fórmulas tales como formar una coalición que prevenga sobre los daños que acarrea el plomo, tanto para los que tienen esos artefactos en sus residencias, cuanto más para los que viven en las inmediaciones de centros donde se venden y ensamblan.
El director ambiental de Salud Pública, Luis Emilio Féliz Roa, plantea que el problema se ha convertido en una prioridad para esa dependencia, debido a los inconvenientes que suscita.
“Hemos elaborado estrategias en conjunto con la Universidad Autónoma de Santo Domingo, con Medio Ambiente y con la Dirección de Normas y Sistemas de Calidad, porque ocurre que a nivel de la vivienda no se manejan adecuadamente las baterías, que luego se dañan y tienen que ser desechadas y constituyen otro mal”, expresa.
En cuanto a la colocación de esos aparatos en las casa, el proyecto realizado por las entidades involucradas prevé que se ubiquen lo más lejos de los dormitorios posibles, sobre todo en el caso de las habitaciones de los niños, porque para ellos el daño es mayor y puede traducirse en graves deficiencias intelectuales.
La misma advertencia es válida para mujeres embarazadas, cuyos hijos podrían nacer con retardo en el desarrollo del intelecto, y malformaciones que abarcan atrofias en las extremidades, ceguera y sordera.
Féliz Roa indica que del mismo modo intervienen con los lugares de ensamblaje de inversores, con el fin de que las escorias sean dispuestas correctamente e informa que en las periferias de esos establecimientos han crecido las denuncias por los efectos que causan.
“De donde más quejas se reciben es de Santo Domingo, del DN, Santiago y San Cristóbal. En esos sitios, la concentración de plomo es más latente y es una gran amenaza”, dice. Entidades de defensa a la ecología también han iniciado campañas para concienciar tanto sobre los inversores en residencias, como sobre el daño que producen las emanaciones de las baterías que se reparan en plena calle y sin ningún tipo de regulación.
“El Ayuntamiento del DN, por ejemplo, tiene un departamento que se encarga de velar porque no se ensamblen inversores en las vías ni se reparen baterías en áreas públicas, pero es poco lo que se hace”, dice el ecologista Luis Merán.
Desde el cabildo, en tanto, se esgrime la defensa de que se trabaja para erradicar ambos problemas. “Tenemos un programa para regular esa situación y el trabajo se lleva a cabo para corregirla”, afirma Ángel Soto, que está al frente del programa para paliar el inconveniente.
Así, mientras la población se sumerge en la búsqueda de alternativas para enfrentar las largas tandas de apagones, se sume en un agravante que podría resultar más riesgoso que los inconvenientes que trae la falta de energía.
Más detalles
Sobre esos artefactos
Se estima que entre la provincia Santo Domingo, el Distrito Nacional, Santiago y San Cristóbal hay unos 400 lugares en los que se venden y ensamblan inversores y unos mil en que solo se expenden.
En torno a la capacidad de esos artículos, el vendedor Leonel Almonte explica que van desde uno hasta 10 kilos y manifiesta que los que más se venden son los de menos potencia, por su precio.
“El de menos kilos cuesta entre cinco mil y cinco mil quinientos pesos, lleva entre dos y seis baterías. El de 10 kilos vale unos 30 mil pesos y se le ponen de 16 a 24 baterías”, sostiene.
Expresa que las baterías son de voltios, lo que aumenta el peligro a medida de que crezca la capacidad del inversor.
Opinión personal
Leonel Almonte
“Hay que tener mucho cuidado”
“Es recomendable tener las baterías de los inversores fuera de las viviendas, por el peligro que representan para la salud, porque emiten altas dosis de plomo que provocan un gran daño al organismo”.
07 agosto 2007
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