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15 mayo 2009

INTELIGENCIA ARTIFICIAL

Miguel Angel MontañoEl día de ayer estaba formado detrás de una señora que pretendía obtener su estado de cuenta de una de esas máquinas, que se encuentran en las tiendas de departamentos, hechas para tal fin. Dicha persona mando a imprimir el saldo de su tarjeta y la máquina empezó a tardar, con la obvia desesperación de ella. Fue cuando se quejo conmigo de la tardanza, eche un vistazo a la pantalla y vi que el puntero del Mouse tenía el tradicional reloj de arena que indicaba que estaba procesando la información, fue entonces cuado le respondí que la máquina estaba pensando. Ella airadamente me respondió que las máquinas no pensaban… ¡Si supiera!

Cuantas veces nos hemos visto en situaciones donde una máquina pareciera no sólo pensar sino tener voluntad propia para dañarnos. Apretamos el botón del elevador para bajar y resulta que subimos; compramos un paquete de galletitas en la máquina dispensadora y nos da otro de un precio mucho menor; desarrollamos un programa de computo para obtener un resultado y nos da otro completamente diferente a pesar de toda lógica. Pareciera que a veces las máquinas hacen su santa voluntad, y acaso esto no es un indicativo de inteligencia.

Sin embargo, sabemos que una máquina esta regida por un programa, el cual dicta la forma en que esa máquina se comportará. Como se dice en el argot de la programación si metes excremento obviamente saldrá excremento. De aquí que realmente lo que llegue a fallar son las serie de instrucciones que conforman un programa, provocando con esto algún resultado inesperado en un momento inoportuno, porque siempre ocurre aquello que dicta la ley de Morphy. Cuantas veces un usuario se presenta ante nosotros con la clásica queja: “No se lo que está haciendo el sistema”.

Pero todo esto tiene su origen en un aspecto en común: el análisis del problema. Es aquí donde reside el punto medular para la obtención de los resultados esperados. Si este análisis es hecho a la carrera, con prisas, no tomando en cuenta la mayor cantidad de variantes posibles, sin considerar a todos los implicados, etc., entonces los resultados que se puedan obtener no serán causa de una casualidad, sino más bien de un análisis mal estructurado. Y esto aplica tanto en el diseño de los circuitos que conforman las tablillas de un elevador, hasta aquellos programas capaces de mandar un hombre a la luna.

La inteligencia artificial está definida como la capacidad de un artefacto de realizar los mismos tipos de función que caracterizan al pensamiento humano. Y pudiéramos resumir este concepto con el simple hecho de crear ideas. ¿Llegará el día en que una máquina puede programar a otra tomando en cuenta todos los factores que puedan implicar determinada tarea? ¿Y si es así estaremos hablando de la perfección humana aplicada a las máquinas? Posiblemente para lograr esto hará falta que podamos crear una máquina que a su vez pueda abarcar todas las posibilidades del saber humano, pero creo que esto todavía está muy lejos de lograrse. Por lo menos, mientras llega ese momento, me quedare con la idea de que si un usuario viene a quejarse por los resultados tan absurdos del reporte que está emitiendo, esto se deberá a que el equipo de computo tiene algo personal contra él.



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