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15 agosto 2006
17:09

Las universidades dominicanas: retos y perspectivas

http://www.clavedigital.com.do/Reporte/Articulo.asp?Id_Articulo=5700

Héctor P. Rodríguez
Pese a la enorme posibilidad de desarrollar un liderazgo nacional impactante, y de hacer aportes significativos al desarrollo del pais, las universidades dominicanas, como la mayoria de las universidades latinoamericanas, se ban convertido en lugares carentes de noticias.
Pareciera que otros estuvieran haciendo lo que por derecho y capacidad son sus funciones fundamentales. Para no categorizar, preguntemos: ¿Están las universidades dominicanas haciendo suyas las preocupaciones, retos, necesidades y problemáticas prioritarias del país?
Hoy más que nunca, cuando la calidad de los sistemas educativos está ligada a la posibilidad de las naciones de competir en el marco de las nuevas condiciones económicas mundiales.
Cuando el conocimiento es un instrumento para pasar de una economía basada en la "fuerza bruta" a una economía basada en la "fuerza mental".
Cuando se nos presentan opciones enlatadas de modelos de solución de problemas y hasta "modelos de instituciones".
Las universidades dominicanas deben atreverse a definir sus propias perspectivas, a diseñar un nuevo mapa de prioridades que permita integrar los imperativos de las fuerzas del mercado con la función social, desde la cual cobran significado y adquieren formas operativas otras funciones que puedan desempeñar, incorporando los "avances" y las "tragedias" de la modernidad.
La función de la educación superior en esta visión social es la formación de recursos humanos capacitados y concienciados, la generación de conocimientos y la conformación de nuevos valores sociales que hagan posible la incorporación y difusión deliberada del progreso técnico, así como el impulso a una producción competitiva y socialmente sustentable.
Las universidades dominicanas requieren elaborar un discurso modernizador a tono con el discurso de modernización de las universidades de América Latina, que nutra una agenda de los cambios y de una "dcsconstrucción creativa", que elimine lo que ha dejado de ser válido y asuma la construcción de lo nuevo; que procure producir las rupturas tratando de salvar las continuidades necesarias.
Algunos aspectos esquemáticos del perfil de este nuevo discurso modernizador son los siguientes: vigorizar las comunidades académicas institucionales, reforzar la vinculación entre las universidades y el sector productivo; articular el sistema científico y tecnológico con el aparato productivo; diversificar la oferta curricular y ampliar la aceptación de estudiantes no tradicionales; establecer criterios normativos del posgrado; buscar nuevas formas de financiamiento; formar para la democracia; participar en el desarrollo democratico; contribuir a la preservación del medio ambiente, internacionalizar los esquemas de enseñanza, investigación e intercambio, y demostrar transparencia y efectividad en el uso de los recursos y en logro de metas y objetivos.
Para orientar el futuro del país, la universidad debe orientarse a sí misma en un proceso amplio y participativo, colmado de muestras democráticas que vigoricen las comunidades académicas que soportan su quehacer y sus funciones.
Si la universidad carece de un proyecto de puesta al día corre el riesgo de generar confusión e incertidumbre, en vez de asumir certeramente los retos y los desafíos a que está comprometida.
Consideramos que el "nuevo orden universitario" debe ser diseñado por las universidades en franca comunicación con un amplio número de actores sociales, en el marco de una regulación que reconozca la autonomía y diversidad de las instituciones de educación superior y el carácter de bien público de los servicios que ellas ofrecen.
Los cambios que se están registrando y que presionan y angustian a nuestros países, y que impactan negativamente a los países más vulnerables, abren posibilidades de transformaciones en todos los órdenes que tienen que ver con la esencia de lo que es la universidad: mayor "pertinencia académica", mayor "pertinencia económica" y mayor "pertinencia social".
Las universidades dominicanas deben emprender una profunda renovación de todos sus elementos estructurales, académicos y administrativos, para vincular las actividades relacionadas con la formación de profesionales y técnicos con la modernización de las empresas, la demanda del mercado de trabajo, los nuevos perfiles profesionales generados por las modificaciones que las tecnologías innovadoras imprimen a los procesos del trabajo, la competitividad de la economía, el comercio y las relaciones internacionales, y el ineludible deber de participar en el desarrollo social contribuyendo a crear las condiciones para una verdadera transformation social, que permita erradicar la pobreza, promover empleos productivos y propiciar la integración social.
Y este cometido será altamente prometedor y provechoso si se asume como un destino compartido de las universidades, y no como una tarea solitaria de unas pocas.
Las universidades como depositarias de esperanzas de su comunidad educativa y de la sociedad, deben realizar "lecturas genuinas del entorno" , de necesidades y aspiraciones.
Bien viene al caso lo expresado por el escritor y humanista venezolano, Arturo Uslar Pietri: "Un país no puede alcanzar el desarrollo ni actualizarse en materia científica si no cuenta con centros universitarios de primera clase, en los que, además, se reflexione sobre la propia situación del país.
Si queremos saber si una región tiene porvenir, más que consultar las estadísticas económicas, habríaa que consultar si sus centros universitarios están mentalmente alerta y son productivos".
En este contexto se inscribe también lo expresado en la V Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno y que se consigna en la Declaración de Bariloche: "Las universidades y los institutos de Educación Superior han sido siempre instituciones centrales en el proceso educativo superior.
Por esta razón y frente a los cambios ocurridos, los centros universitarios tienen hoy un doble reto: la modernización tanto estructural como curricular y la adaptación de la enseñanza a las exigencias de las sociedades iberoamericanas, con el propósito de contribuir al desarrollo político, económico y social de nuestros pueblos."
Hoy más que nunca se exige a la universidad que se convierta en un gran espacio solidario que promueva y participe activamente en la construcción de un nuevo pensamiento social, político, cultural y técnico; y en la organización de la sociedad del futuro, matizando los per files de su realidad cercana, sin ignorar la realidad mundial.
A propósito del perfil de la realidad, conviene detenerse un momento en la reflexión que presenta Juan Somavia, quien fuera Presidente del Comité Organizador de la Cumbre Mundial sobre desarrollo social: "Ni la ciencia ni la tecnología, pese a su vertiginoso desarrollo, caracterizan a esta época.
Más de cien millones de personas empeñadas en la dramática tarea de sobrevivir trazan los perfiles del mundo de hoy, en los umbrales del siglo XXI.
Potenciar la capacidad de la gente para influir en la toma de decisiones se ha transformado en uno de los imperativos fundamentales de la actualidad.
En lo que el desarrollo social se refiere, es la gente, principal destinatario de los cambios, la que debe participar plenamente en la asignación de metas, el diseño de programas, la implementación de actividades y muy especialmente en la posterior evaluación de los resultados. Ya no es posible hablar de democracia, de derechos humanos, de la expansión de los mercados, y al mismo tiempo considerar normal que se prolonguen situaciones incubadas en la pobreza, el desempleo y la desintegración social."
Pareciera que nos quisieran decir que los marginados del desarrollo son el semblante torturado de un futuro que revela el aspecto bestial de la modernización.
Las universidades dominicanas también deben llevar a cabo una profunda revisión de los contenidos y formas de organizar y realizar la enseñanza, enfatizando una nueva relacion entre ciencia-tecnología-sociedad, las capacidades intelectuales y sociales asociadas a la innovación y una formación que estimule la producción de conocimiento, la creatividad, la responsabilidad social, el pensamiento crítico, la formulación de nuevas interrogantes y una visión integradora del cambio y los problemas del entorno.
13. No hay transformación que no pase por el docente. En este sentido, la formación-capacitación-compromiso del profesor constituye un imperativo de la universidad dominicana.
La nueva visión de la sociedad, de la universidad, del trabajo y de la realidad nacional, los nuevos paradigmas de la ciencia y la tecnología, son interpretados, transmitidos, enriquecidos o mediatizados por el profesor.
De ahí, que la universidad asegura o arriesga el fiel cumplimiento de las delicadas misiones que la sociedad se confiere, en la medida que cuente con una adecuada "formación de sus formadorcs", en la medida que cuente con profesores capaces y comprometidos.
14. Las universidades deben asumir la formación en valores y también la formación política y social de su comunidad académica. En lo político es función primordial de la universidad fundamentar la auténtica democracia y formar para la participación ciudadana. En lo social, debe crear en cada estudiante el sentido de lo social y formar para la responsabilidad colectiva.
15. En lo económico, la universidad debe aportar los conocimientos que permitan un desarrollo sustentable sin caer en el "neoliberalismo salvaje", o sea el desarrollo económico como fin último que se justifica a sí mismo sin importar si los medios de producción son los adecuados desde el punto de vista no sólo de la eficiencia económica, sino fundamentalmente desde el punto de vista ético y social.
Hoy cuando asistimos a la globalización de la economía, la ciencia y la tecnología se requiere un análisis crítico de este fenómeno, ya que la globalización de los mercados mundiales introduce fuertes efectos polarizadores, asimetrías y dualidades que conducen a profundas exclusiones sociales. Las universidades deben contribuir a estudiar con especial cuidado estas consecuencias, dado que nuestros sistemas sociales están insertos en economías muy frágiles.
15. El liderazgo de las universidades constituye un elemento esperanzador en un panorama nacional que requiere que se asuman las responsabilidades institucionales con mayor grado de compromiso y certidumbre. Para que la democracia no se degrade asumamos con las universidades y desde las universidades el compromiso de defenderla y fomentarla. A las universidades dominicanas les toca poner su talento al servicio del país.
Tenemos que asegurar que nuestras contribuciones sean relevantes y oportunas. Debemos ser conciencia crítica de nuestra sociedad y debemos avanzar en reconocer que en nuestro país hay un gran potencial humano dormido por falta de una adecuada educación. Esta es la verdadera pobreza de nuestro país y la potenciación educativo-organizativa de la mayoría es la clave para la elevación de su capacidad para producir soluciones en los males que actualmente nos aquejan. Está en juego la verdadera capacidad de pensar con creatividad, el futuro positivo de nuestra sociedad y la contribución de las universidades dominicanas para producirlo.
Dotemos al país de universidades responsables. Hagamos juntos un "pacto académico" que ponga a las universidades al servicio del país.

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