La videovigilancia avanza hacia entornos IP creando en el camino escenarios híbridos capaces de aprovechar las nuevas propuestas de análisis de vídeo que optimizan los procesos de seguridad e incrementan la inteligencia de negocio.
Durante los últimos 10 años la videovigilancia ha seguido un camino de evolución que está dejando atrás las soluciones convencionales basadas en sistemas de televisión en circuito cerrado (CCTV) con conexiones punto a punto para adoptar modernos sistemas digitales basados en redes IP.
Gracias a las últimas tecnologías de compresión H.264 y a la constante caída de los precios de las cámaras IP, la videovigilancia IP se está convirtiendo en el enfoque mayoritariamente seguido por las instalaciones de seguridad de vídeo.
Y aún más. La convergencia de voz, vídeo y datos sobre la que se asienta esta nueva tecnología está abriendo la videovigilancia a nuevos campos de exploración y producción integrados con la inteligencia de negocio en áreas como ventas y marketing.
La videovigilancia IP optimiza las inversiones en infraestructuras de red y aporta un modelo de seguridad más simple, refinado y accesible a los usuarios a través de la empresa. En muchos casos resulta además económicamente más rentable en términos de costos que un sistema de videovigilancia convencional con cámaras analógicas y grabadoras de vídeo digitales.
Usando cámaras IP y software de gestión de vídeo (VMS por sus siglas en inglés Video Management Software) sobre servidores estándar y redes de almacenamiento, es posible maximizar el valor de las inversiones en infraestructura de red al permitir una mayor eficiencia en áreas como formación, administración y soporte.
Pero no siempre una solución “todo IP” será la respuesta adecuada, especialmente si no se trata de un nuevo despliegue a gran escala.
Aunque los campus universitarios, los complejos comerciales o de ocio, hospitales, hoteles, aeropuertos, grandes almacenes y edificios de oficinas conforman escenarios idóneos para la videovigilancia IP, ésta no es la única opción en todos los casos.
Hay entornos que, por sus especiales características, requieren adoptar una solución híbrida mientras se evoluciona hacia una configuración todo IP en función de las necesidades de la organización, algo que hoy los sistemas de seguridad de vídeo avanzados hacen posible.
Otro beneficio del vídeo IP es la capacidad de acceder remotamente a las instalaciones por medio de la LAN o la WAN y centralizar la monitorización de la seguridad, en vez de dedicar vigilantes en cada sitio. Es más, mediante software VMS corriendo en servidores estándar, un sistema todo IP puede ser gestionado fácilmente por el personal TI existente.
Un entorno de vídeo IP permite asimismo utilizar el sistema para otras actividades distintas a las de seguridad, como soporte de marketing y gestión operativa. Por ejemplo, los supervisores de un aeropuerto pueden emplear una analítica de monitorización de longitud de colas para identificar cuando excede el umbral predeterminado y abrir otro punto de atención al pasajero a fin de mejorar el servicio al cliente.
Las ventajas de los sistemas de videovigilancia IP son muchas, como la capacidad de mejorar la gestión de los permisos y perfiles de usuario de la empresa. Integrar software VMS con otras aplicaciones permite establecer permisos de usuario en el sistema de videovigilancia y en otras aplicaciones de seguridad TI. Si alguien deja la organización definitiva o temporalmente no es necesario eliminar o actualizar los permisos y los perfiles de usuario en múltiples bases de datos, lo que elimina errores y refuerza la seguridad.
Para mitigar los problemas potenciales que introduce el vídeo de gran resolución en la red corporativa se pueden emplear varias técnicas. Una de ellas son las tecnologías de comprensión avanzada como H.264, que reducen considerablemente los requerimientos de ancho de banda y almacenamiento. Los administradores pueden configurar además un sistema de vídeo IP para capturar y almacenar vídeo a velocidades de trama mucho más bajas e incrementarlas automáticamente sólo en caso de que se produzca una alarma ante eventos determinados.
Las características inteligentes hoy disponibles en la mayoría de los sistemas permiten transmitir vídeo solo ante eventos específicos, como la detección de movimientos en un edificio de oficinas después de las horas laborales habituales. Además, algunos sistemas permiten fijar el uso del ancho de banda, limitando la transmisión de vídeo a una tasa de bits determinada para garantizar que los datos de negocio clave no se vean nunca comprometidos.
Finalmente, el uso del ancho de banda puede asimismo ser gestionado a través de la selección de cámaras IP y codificadores con tarjetas de memoria flash interna SDHC que permite capturar vídeo en los puntos extremos.
Durante los últimos 10 años la videovigilancia ha seguido un camino de evolución que está dejando atrás las soluciones convencionales basadas en sistemas de televisión en circuito cerrado (CCTV) con conexiones punto a punto para adoptar modernos sistemas digitales basados en redes IP.
Gracias a las últimas tecnologías de compresión H.264 y a la constante caída de los precios de las cámaras IP, la videovigilancia IP se está convirtiendo en el enfoque mayoritariamente seguido por las instalaciones de seguridad de vídeo.
Y aún más. La convergencia de voz, vídeo y datos sobre la que se asienta esta nueva tecnología está abriendo la videovigilancia a nuevos campos de exploración y producción integrados con la inteligencia de negocio en áreas como ventas y marketing.
La videovigilancia IP optimiza las inversiones en infraestructuras de red y aporta un modelo de seguridad más simple, refinado y accesible a los usuarios a través de la empresa. En muchos casos resulta además económicamente más rentable en términos de costos que un sistema de videovigilancia convencional con cámaras analógicas y grabadoras de vídeo digitales.
Usando cámaras IP y software de gestión de vídeo (VMS por sus siglas en inglés Video Management Software) sobre servidores estándar y redes de almacenamiento, es posible maximizar el valor de las inversiones en infraestructura de red al permitir una mayor eficiencia en áreas como formación, administración y soporte.
Pero no siempre una solución “todo IP” será la respuesta adecuada, especialmente si no se trata de un nuevo despliegue a gran escala.
Aunque los campus universitarios, los complejos comerciales o de ocio, hospitales, hoteles, aeropuertos, grandes almacenes y edificios de oficinas conforman escenarios idóneos para la videovigilancia IP, ésta no es la única opción en todos los casos.
Hay entornos que, por sus especiales características, requieren adoptar una solución híbrida mientras se evoluciona hacia una configuración todo IP en función de las necesidades de la organización, algo que hoy los sistemas de seguridad de vídeo avanzados hacen posible.
Otro beneficio del vídeo IP es la capacidad de acceder remotamente a las instalaciones por medio de la LAN o la WAN y centralizar la monitorización de la seguridad, en vez de dedicar vigilantes en cada sitio. Es más, mediante software VMS corriendo en servidores estándar, un sistema todo IP puede ser gestionado fácilmente por el personal TI existente.
Un entorno de vídeo IP permite asimismo utilizar el sistema para otras actividades distintas a las de seguridad, como soporte de marketing y gestión operativa. Por ejemplo, los supervisores de un aeropuerto pueden emplear una analítica de monitorización de longitud de colas para identificar cuando excede el umbral predeterminado y abrir otro punto de atención al pasajero a fin de mejorar el servicio al cliente.
Las ventajas de los sistemas de videovigilancia IP son muchas, como la capacidad de mejorar la gestión de los permisos y perfiles de usuario de la empresa. Integrar software VMS con otras aplicaciones permite establecer permisos de usuario en el sistema de videovigilancia y en otras aplicaciones de seguridad TI. Si alguien deja la organización definitiva o temporalmente no es necesario eliminar o actualizar los permisos y los perfiles de usuario en múltiples bases de datos, lo que elimina errores y refuerza la seguridad.
Para mitigar los problemas potenciales que introduce el vídeo de gran resolución en la red corporativa se pueden emplear varias técnicas. Una de ellas son las tecnologías de comprensión avanzada como H.264, que reducen considerablemente los requerimientos de ancho de banda y almacenamiento. Los administradores pueden configurar además un sistema de vídeo IP para capturar y almacenar vídeo a velocidades de trama mucho más bajas e incrementarlas automáticamente sólo en caso de que se produzca una alarma ante eventos determinados.
Las características inteligentes hoy disponibles en la mayoría de los sistemas permiten transmitir vídeo solo ante eventos específicos, como la detección de movimientos en un edificio de oficinas después de las horas laborales habituales. Además, algunos sistemas permiten fijar el uso del ancho de banda, limitando la transmisión de vídeo a una tasa de bits determinada para garantizar que los datos de negocio clave no se vean nunca comprometidos.
Finalmente, el uso del ancho de banda puede asimismo ser gestionado a través de la selección de cámaras IP y codificadores con tarjetas de memoria flash interna SDHC que permite capturar vídeo en los puntos extremos.
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